Tipos de biomasa, ¿Cuál es mejor para tu caldera?

La biomasa se ha convertido en una de las alternativas más sostenibles y eficientes para la calefacción de hogares, empresas e instalaciones agrícolas.  Gracias a su bajo impacto ambiental y a la posibilidad de aprovechar recursos naturales renovables, cada vez más personas optan por este tipo de energía.

Pero, cuando hablamos de biomasa, no estamos hablando de un solo tipo de combustible. Existen varias opciones: pellets, astillas, hueso de aceituna, cáscaras de frutos secos, entre otros. Entonces, ¿cuál es el mejor para tu caldera?

Pellets

Los pellets de madera son, con diferencia, el tipo de biomasa más utilizado en sistemas de calefacción doméstica e industrial. Se trata de un biocombustible altamente eficiente, limpio y cómodo de usar. Están compuestos por pequeños cilindros de unos pocos milímetros, fabricados a partir de residuos de madera prensada y serrín.

Gracias a su forma compacta y a su alta densidad, los pellets ofrecen un gran poder calorífico, que oscila entre las 4.600 y 4.900 kcl/kg. Esto significa que producen mucho calor con un volumen reducido de combustible, lo que los convierte en un ahorro a medio y largo plazo, algo que sin duda se nota en el bolsillo. 

Además, no tienen ningún tipo de químico, por lo que, al quemarse, generan menos residuos que otros biocombustibles, lo que implica una menor limpieza y mejor mantenimiento para tu sistema de calefacción.  Como todos los pellets tienen un tamaño uniforme, funcionan de maravilla en calderas automáticas. 

Desde el punto de vista práctico, los pellets destacan por su facilidad de almacenamiento y transporte, ya que apenas ocupan espacio y pueden guardarse durante largos periodos sin perder sus propiedades ni su eficiencia.

¿Para quién son ideales?

Este tipo de biomasa es perfecto si buscas un sistema de calefacción moderno, ecológico y de bajo mantenimiento. Se usan sobre todo, en casas unifamiliares, negocios pequeños, hoteles rurales o cualquier lugar donde se quiera calidez sin complicaciones.

Astillas

Las astillas de madera son pedazos de madera triturada obtenidas de restos de poda, troncos o restos forestales. A diferencia de los pellets, las astillas requieren mucho menos procesamiento, lo que las hace mucho más baratas. 

Eso sí, al no estar sometidas al proceso de prensado, las astillas conservan su forman natural, ocupan menos espacio y tienen una densidad menor. Es decir, para generar el mismo calor que los pellets, se necesita un mayor volumen de astillas. Su poder calorífico ronda entre las 3.200 y las 4.000 kcal/kg.

En cuanto al almacenaje, es importante que las astillas estén guardadas en un lugar seco y con buena ventilación. Si absorben humedad, su eficiencia baja y pueden generar mayores residuos y humo durante la combustión. 

¿Para quién son ideales?

Este tipo de biomasa es perfecto si cuántas con un espacio mayor y necesidad calentar una instalación grande, como una comunidad de vecinos, una fábrica o una finca, donde el espacio no es realmente un problema. 

Hueso de la aceituna

El hueso de aceituna también puede convertirse en calor para tu hogar. Se trata de un biocombustible muy aprovechado en zonas como Andalucia o Castilla La Mancha, donde el aceite es parte del día a día.

Este residuo natural tiene un poder calorífico que ronda entre las 4.000 y las 4.500 kcal/kg, muy parecido al de los pellets, lo que lo convierte en una fuente de energía eficiente y constante. Y lo mejor, es que suele ser más económico que otros biocombustibles. 

Además, al tener una densidad superior a otros biocombustibles, como las astillas o incluso algunos pellets, el hueso de aceituna proporciona un rendimiento energético más estable y constante en calderas diseñadas para este tipo de biomasa densa.

Pero no solo es potente y asequible. También es sostenible. Al usarse el hueso de la aceituna, se le da una segunda vida a un residuo, lo que ayuda a reducir el desperdicio, fomentar un modelo más circular y respetuoso con el medioambiente. 

¿Cuál es la mejor opción?

No existe una única respuesta correcta. La mejor opción depende de varios factores y lo ideal es valorar tu situación concreta. Lo primero que hay que tener en cuenta es el tipo de caldera que tengas instalada: no todas están preparadas para quemar cualquier tipo de biocombustible.

También es clave la disponibilidad del material en tu zona. Si vives en una región olivarera, probablemente el hueso de aceituna sea más accesible y económico. En cambio, en zonas boscosas, puede que las astillas o pellets sean más fáciles de conseguir.

El uso que le vayas a dar a la caldera y las horas de funcionamiento diarias también influyen. Por ejemplo, para un uso continuo o en grandes instalaciones, las astillas pueden resultar muy rentables, siempre que tengas espacio para almacenarlas.

El espacio es otro factor clave a tener en cuenta. Los pellets y el hueso de aceituna ocupan menos volumen que las astillas. Esto resulta muy práctico en viviendas o instalaciones donde el espacio de almacenamiento es limitado, ya que se puede almacenar una mayor cantidad de combustible en un área reducida. 

Y por supuesto, no podemos olvidar el presupuesto disponible y el nivel de automatización que se desea. Los pellets y el hueso de aceituna permiten una alimentación más automatizada, ideal para quienes buscan una solución cómoda y con poco mantenimiento diario. En cambio, las astillas, aunque más económicas por kilo, suelen requerir sistemas más simples y, en muchos casos, una mayor intervención manual.

En definitiva, se trata de encontrar un equilibrio entre coste, comodidad, espacio disponible y disponibilidad.